VISITAS DE LA OBRA DE RICARDO MAGDALENA
Los pasados
días 11 y 18 de marzo, llevamos a cabo las visitas programadas para admirar la
gran obra del arquitecto municipal RICARDO
MAGDALENA, quien desde 1885 hasta 1910 fue poblando nuestra ciudad de
edificios estupendos, todos ellos con una finalidad muy concreta e importante.
Comenzamos
nuestra ruta en la antigua Facultad de Medicina. Antes de entrar hice una breve
introducción a la biografía de Don Ricardo, su fecha de nacimiento (3-02-1849)
y edificios que él proyectó y construyó. Su primera obra fue la Iglesia de Garrapinillos, ya que su
proyecto fue premiado en el concurso convocado al efecto. Desde entonces pasó a
convertirse en el Arquitecto Municipal, cargo que desempeñaría hasta su muerte
en marzo de 1910. Después sería la gran obra del Matadero Municipal la que le daría renombre, y a continuación, su
obra capital que fue la Facultad de
Medicina y Ciencias, inaugurada en 1893.
Para la
visita del interior de la Facultad tuvimos como guías, dos personas cada día de
la Universidad de la Experiencia. Ellos nos describieron los datos más
importantes del edificio, a la vez que nos fueron enseñando las diversas salas
que en el piso superior conserva el edificio: Sala de Amar y Borbón, sala de
las Heroínas, el Aula Magna, donde tantos personajes famosos dieron sus clases
y discursos, como Ramón y Cajal, y el propio Einstein, que en 1923, pronunció
una conferencia en alemán para los privilegiados alumnos que pudieron asistir.
Y como colofón, la maravillosa sala del Paraninfo: todos nos quedamos con la
boca abierta admirando esta “joya de la Corona”. Por último bajamos a la
biblioteca, diseñada íntegramente por Ricardo Magdalena, junto con los muebles
que albergan centenares de libros valiosísimos, incluidos los incunables
(anteriores al año 1500). Nos despedimos
de las dos personas que tan amablemente nos acompañaron cada uno de los
días, agradeciéndoles sus informaciones y su afecto.
Seguidamente
nos dirigimos hacia la Plaza de los Sitios, para visitar el edificio del Museo Provincial, que junto a otro gran
arquitecto, Julio Bravo, construiría como pabellón fijo para la exposición
hispano francesa de 1908. Allí, a las 11,30 nos esperaba la estupenda guía,
Ana, que con mucha energía y buena voz, nos explicó el “porqué” de la
construcción de este edificio del museo, y de todos los que quedaban de 1908,
fecha de la exposición hispano-francesa.
Contemplando
el maravilloso “Monumento a los Sitios”, de Agustín Querol, ubicado en el
centro de la plaza, nos describió el
panorama que tenía la ciudad en 1907: una ciudad obsoleta, cuyo núcleo tan sólo
ocupaba desde la plaza de España hasta la del Pilar, con callejas estrechas,
insalubres y poco aireadas. Por recomendación de muchos personajes
importantes (Basilio Paraíso, Joaquín
Costa…) se decidió que había que agrandar la ciudad, que había que abrirse al
progreso, a Europa. Y para ello había que confraternizar con nuestros vecinos
los franceses, que eran el paso para Europa. Y a este fin, nada mejor, aunque
no sin polémica, que la celebración de
una exposición hispano-francesa, construyendo pabellones y edificios en toda
esta zona, algunos de los cuales serían efímeros, y otros para perdurar en el
tiempo. Entre estos últimos están el Museo
Provincial, la Escuela de Artes y
Oficios, el Colegio de la Caridad y
el Quiosco de la Música
Al llegar
esta hora de la densa visita, los dos días algunos de los asistentes dieron la
actividad por terminada, pero un grupo más reducido, continuamos a pie hasta el
antiguo Matadero Municipal, otra gran
obra de Ricardo Magdalena que fue inaugurado en 1885, y que, según se cuenta,
sirvió de modelo para otros muchos mataderos de Europa. Funcionó hasta 1978, y
hoy en día el edificio se ha reutilizado muy dignamente como centro de diversas
actividades culturales (Centro Cívico, Biblioteca Municipal, Centro Cultural
Juvenil…).
Aquí, en el
antiguo matadero, contamos los dos días con sendos guías de excepción, ambos
compañeros nuestros de la ruta, los cuales por sus negocios familiares, fueron
habituales visitantes del lugar en otros tiempos, para contratar allí las
materias primas para sus establecimientos de carnicería: ellos fueron Pepe Palomero, el primer día, y Gregorio
Morata, el segundo. A ambos se les notaba embargados por la emoción del
recuerdo, cuando nos explicaban a qué estaban dedicadas cada una de las grandes
naves (la del porcino, la del lanar, la del vacuno), cómo se realizaba el
sacrificio de los animales y cómo se hacían
las contrataciones del género para sus negocios particulares. Os quedamos
todos muy agradecidos a los dos, por vuestras explicaciones, que fueron un
hermoso complemento para esta visita que esperamos haya sido también muy grata
para las casi setenta personas que la realizaron. Don Ricardo Magdalena: Desde la Asociación Arredol es nuestro pequeño
homenaje para usted. La Vocal de
Cultura: Maribel Loscos.
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