miércoles, 23 de noviembre de 2011

LA RUTA DE DON QUIJOTE

07/11-11-11: Entre los días 7 y 11 de noviembre, con una participación de 54 asistentes, hemos realizado la visita a “La Mancha”, según estaba previsto en nuestro programa, actividad que denominamos “La ruta de Don Quijote”. El primer día llegamos a la hora de comer al Hotel Saga, en Manzanares, donde nos instalamos, y desde donde realizamos todas las excursiones previstas. Ese mismo día, por la tarde, tuvimos tiempo libre para visitar esta céntrica e importante localidad manchega.
El martes por la mañana salimos hacia EL TOBOSO, pequeño pueblo conocido en el mundo entero, ya que de allí era Doña Aldonza, a quien Don Quijote vino en llamar “Dulcinea del Toboso”. Visitamos la casa-museo, y continuamos viaje hacia CAMPO DE CRIPTANA, donde destacan los innumerables molinos, algunos conservados desde la época medieval, y otros convertidos en museos, como el dedicado a Sara Montiel. Aunque llegamos al hotel con retraso sobre la hora prevista para la comida, el dueño del hotel, el famoso, generoso y popular  “TETE”, nos esperaba con la mesa, viandas y vinos preparados en su “bodega-museo” para obsequiarnos con un reconfortante “vermut”.  Por la tarde visitamos la Villa de ALMAGRO, Conjunto Histórico-Artístico, en donde destacan su famoso Corral de Comedias, sus casa maestrales y sus murallas.
El miércoles iniciamos la jornada poniendo rumbo a las LAGUNAS DE RUIDERA, de un gran valor paisajístico, y, a juzgar por los comentarios, de los lugares que más gustó. Continuamos ruta hacia ARGAMASILLA DE ALBA, donde visitamos la Casa Medrano, en donde se conserva la cueva en la que estuvo preso Cervantes, y en donde empezó a escribir el Quijote.
Por la tarde, apurando el último sorbo de café, salimos hacia otro paraje de gran belleza, el PARQUE NACIONAL DE LAS TABLAS DE DAIMIEL, el cual recorrimos durante dos horas acompañados de una guía intérprete, descubriendo su flora y fauna, así como su historia y costumbres.
El jueves, después de visitar una interesante bodega en Manzanares, seguimos hacia SANTA CRUZ DE MUDELA, y de allí a Las Virtudes, donde se encuentra la Plaza de Toros cuadrada más antigua de España y el Santuario de Nuestra Señora de las Virtudes. De regreso al hotel, tuvimos tiempo para hacer una parada lúdica en VALDEPEÑAS, en cuya plaza Mayor pudimos “vermutear”, degustando agradablemente  algunos de sus famosos caldos; la verdad es que ninguno teníamos que hacernos cargo del “volante”.  A la llegada al hotel, el TETE, nos volvió a sorprender con otra “juerga-vermut” en su bodega, en la que la estrella fue la tapa que nos sirvió, “los palomos”. Por la tarde, nos entró otra vez un poco de seriedad, y nos dispusimos a realizar nuestra última excursión para visitar VILLANUEVA DE LOS INFANTES, otra localidad llena de arte y cultura.
Como podremos observar, el programa cultural no pudo ser más completo. No sería justo si no hiciéramos también mención a la parte lúdica de nuestras veladas en el hotel, después de la cena, en las cuales, el personal del hotel, capitaneados por su incansable TETE, no regató esfuerzos para que todo el grupo pasáramos unas horas agradables y distendidas, con las sesiones de baile, de bingo, de concursos, etc., etc. Tampoco podemos pasar por alto la suerte que tuvimos con nuestros guías, Bea y Paco, con los chóferes de la empresa Escartín, de Jaca, Tonet y Alfredo, y con el buen comportamiento de todos los que nos apuntamos para hacer este viaje, en el que parecía que nos habíamos juntado “lo mejor de cada casa”.  Pero, por encima de todo, creo que todos estaremos de acuerdo en que lo que sobresalió fue la insólita hospitalidad con la que se nos trató en el hotel SAGA, de pocas estrellas encima de la puerta, sí, pero con muchas estrellas en la bondad y buen hacer de sus dueños.
Y, el viernes, después del desayuno y de la consabida “copa de anís” con la que a diario nos amenazaba Tete, cogimos “carretera y manta” hacia Zaragoza, en un viaje que, aunque largo, tampoco lo fue tanto, ya que hubo, como suele ser, personas que se encargaron de amenizarlo. Y lo mejor de todo es que todos y todas volvimos a nuestra casa, además de con quesos manchegos, un poco más “quijotes”, y con más ganas de vivir.

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